sábado, 21 de mayo de 2011

MELINDA, UN PASO AL PRESENTE

Un tímido suspiro con miradas profundas aunque esquivas, todo en un segundo, y la sonrisa cayó como un ladrillo. Los momentos en que ocurren las cosas escapan a nuestro control, y aunque a veces el miedo nos haga dudar y nos impida disfrutar de la sonrisa siempre debemos intentar que nuestro miedo no nos aleje del momento que puede ser el que tanto hemos esperado.


Melinda le sonrió, sin saber dónde mirar. El beso fue una tímida aceptación de la palabra ya dicha, y así, acercándose como dos niños inocentes y sorprendidos por ese deseo desconocido de rozar sus labios, dejaron por fin de desearlo y lo hicieron realidad. La estampa de la pureza fue la imagen estática de aquel momento que el tiempo quiso detenerse a contemplar. Jamás hubo más sinceridad en mitad del miedo ni miedo más bello a ser sinceros. Habían esperado poco tiempo pero parecía haber sido eterno.

Como las ondas que deja una piedra al tirarla a un lago se fueron diluyendo los últimos vestigios de la timidez, y afloró eso que llaman ternura, si, ternura envuelta como un regalo en papel de sonrisas y bromas y cuyo lazo eran los ojos delicados que lanzaban al vacío cálidos brazos invisibles para abrazar al otro.

Melinda estaba asustada, pues no sabía donde llevaba aquello, aunque habían hablado de que no querían sumergirse en un sinsentido que acabase siendo puramente físico y con fecha de caducidad. ¿Pero quién puede marcar el camino que han de seguir los sentimientos en corazón ajeno o siquiera en el suyo propio? Melinda no iba a dejar que el miedo decidiera por ella y marcara sus pasos. Y aunque quisiera... ni por asomo el miedo era tan fuerte como para luchar contra aquella tibieza, aquella calma y aquel atisbo de lágrima de felicidad que se asomaba al borde de sus ojos cuando el chico, poco a poco, le iba enseñando que él podía leer donde otros no pudieron y abrir los brazos para ofrecer sin preguntar si era necesario, que a veces no hace falta pedir para que te den ni explicar para que entiendan.

Así que decidió poner su confianza en esta ocasión, y apostarlo todo por algo aún indeterminado que le prometía la posibilidad de dejar atrás todas aquellas pequeñas alfileres de dolor por antiguas necesidades insatisfechas y realidades punzantes que habían ido consumiendo su paciencia y su esperanza. Ahora más que nunca creía posible que la fantasía que anidaba desde niña en su cabeza pudiera materializarse, sabía que estaba presente lo mas importante, que su utopía vivía latente en el interior de él y eso le daba la energía.

Los ojos de él siempre parecían encontrar un segundo para posarse en ella, y no importaba cómo y por qué, pues siempre la envolvían inmediatamente en un edredón de plumas suave y caliente, y ella borraba el mundo exterior para habitar en esos ojos por un segundo. La cercanía de sus cuerpos parecía ya una necesidad, se volvían torpes al dejar de tocarse. Los besos podían ser lentos, tiernos y suaves, o profundos y ansiosos de calma, pero siempre llenos de ese polvo mágico que acelera el corazón y encoge el estómago. Melinda se dio cuenta de repente de que cuando no estaba con el, su cerebro buscaba su imagen como loco, ya fuera a través de sus ojos o en su memoria convertido en recuerdo. Melinda tenía miedo, y quería destruirlo y sonreír abiertamente. Melinda quería llorar y que él secase sus lágrimas, pero quería que esas lagrimas fueran de felicidad.

lunes, 16 de mayo de 2011

TORTUGAS NINJA Y LAGARTIJAS

No hay otra manera de la que se pueda contar la historia de hoy de Melinda que en este tono burlesco e irónico... 

Melinda los vio acercarse. Él con paso torpe y cara de cumpleañero en el momento tarta... su toque de alcohol en sangre era evidente. "El tortuga" no hacía más que revolotearle alrededor como una mariposa pero sin llegar atreverse a posarse en la flor, y allí venía apoyado en el brazo de Clara y se acercaban con pasos llenos de emoción. Y entonces Melinda comprendió... aquel entusiasmo era por lo que estaba a punto de ocurrir. Clara hizo la insinuación de que "el tortuga" no se atrevería y él, entonces, lo hizo: abrió las manos como un águila sus alas cuando va a echar a volar, lanzó las zarpas al rostro de Melinda y la capturó como una serpiente constrictor a su presa... y le dejó caer un beso en los labios como el que tira una piedra al río, dejando en los labios y sus alrededores las huellas de un caracol. Melinda quedó petrificada y le apartó, y él sólo balbuceó a Clara estas palabras: "¿lo ves? me rechaza". Y acabó con una afirmación dirigida a Melinda, producto del alcohol: "Pero que sepas que yo te quiero". Se decidió que al día siguiente aquello se hablaría definitivamente. Si, al día siguiente, cuando "el tortuga" no estuviera poseído por el alma de Johnie Walker...

Y el día siguiente llegó, y "el tortuga" y Melinda se enfrentaron cara a cara en un duelo amistoso donde Melinda, en pocas palabras, le dijo que tenía muy claro lo que quería, y lo que quería no era alguien como él, y el pidió que le pusiera a prueba porque podía cambiar. Bueno, digamos que adelante, aunque la fe que se la queden los creyentes. Melinda era totalmente excéptica con respecto a la mutación del "tortuga" en tortuga ninja... los que evolucionan son los pokemon...

Y, casualidades de la vida, el destino los puso frente a frente en una ocasión clave: "el tortuga" creyéndose Richard Gere en Pretty Woman aunque con los papeles cambiados (ahora la p...es él), pululando cual abeja en un panal con la abeja reina rubia en el papel Julia Roberts, ahora diversificando los esfuerzos entre Julia Rubiales y Melinda, e intentando introducir al círculo a las otras conocidas que iban llegando, tal parecía que pretendía crear un harén en esa noche y regarlo con ron para que crecieran florecillas blancas. Melinda se sonrió hacia sus adentros: qué pronto. Y ya tenía decidido lo que iba a hacer cuando se marchara: le escribiría un mensaje en su teléfono móvil. Él le pidió por favor, como "enamoradísimo preocupado", que le avisara cuando llegara a casa, y Melinda lo hizo:

"Sobre lo que hablamos ayer, no se si tenías pensamiento de proponerte nada pero es que hoy ya he visto lo que tenia que ver, así que mi respuesta es no, no te tomes el esfuerzo de intentar hacerme creer que puedes cambiar, tú pásalo bien y sigue haciendo el capullo que te sale muy bien. Por cierto, ya estoy en casa. Un beso."  Y Melinda durmió a pierna suelta.

AMOR PROHIBIDO

Los motivos pueden ser innumerables... Otro capítulo de la vida de Melinda.

Allí estaba Melinda, con su sonrisa que no expresaba más que simpatía sin ninguna otra intención. De repente la calle se inundó con los pasos de dos personas, como caminando a cámara lenta, así como lo hacen en las películas cuando quieren dar un poco de emoción. Pero la emoción no era para Melinda.

Tras un apresurado saludo las dos sombras continuaron su camino y entraron al lugar y Melinda continuó fuera, recogiendo el rocío de la noche. El antiguo novio de Melinda, Bucebel, y su amigo Judas en ocasiones llegaban a aquel parque nocturno donde se reunían muchas pandillas. Por fin Melinda entró a reunirse con sus amigos.

Ya no le dolía, ya no le importaba, ya no había nada. Bucebel le había regalado poco más que los peores momentos de toda su vida. Por eso cuando él se acercó para ofrecerle un refresco ella volvió a explicarle una vez más por qué ella y él ya ni siquiera podían ser amigos, y ella se sorprendió al descubrir la resignación y la deportividad con que asumió la derrota, incluso aceptándola con una sonrisa. Sin embargo al poco él se marchó. Los pasos de Bucebel eran ahora como los de un corredor de maratón. Ella sólo le dijo adiós.

Judas se acercó a ella y comenzó una extraña conversación que continuó con un paseo por el parque. Sin secretos, sin jugar al escondite, no había nada malo en aquel paseo, sólo risas, dos amigos compartiendo un momento de ocio. Aunque Bucebel los habría crucificado. Horas después Melinda lo percibió en su mirada, aquello, lo prohibido, y se descubrió a si misma contemplando la posibilidad, pero los acontecimientos se sucedieron muy deprisa. Apenas unos segundos después un beso tibio se había interpuesto entre ellos, arrastrándolos hacia un pozo sin fondo, y ellos lo sabían. Sorpresa, intranquilidad... ¿qué acababa de pasar? Melinda y Judas, ¿alguna vez había existido aquello siquiera en sus mentes? Apareció de repente como una tormenta de verano en el Caribe.Y fueron unos besos en los que sus labios encajaban como un puzzle, parecía que habían sido hechos para besarse. En sus ojos se había hecho reina la sorpresa. Judas y Melinda, sonriéndose nerviosos en mitad de una noche de color ocre que olía a flores y a mar. Melinda y Judas, creando un muro entre ellos y a la vez arrastrando al otro hacia ellos para acercarle. Ambos detuvieron el tiempo con besos a medida hasta que el reloj se había alejado demasiado como para poder ignorarle más.

Comenzaba a asomarse el día por el horizonte. En el momento de la despedida dijeron que volverían a verse. En sus ojos las miradas se cruzaban en despedidas calladas, pues jamás Bucebel les permitiría aquella locura. Y no hubo ni llanto ni risas, tampoco más abrazos ni besos. Bucebel con su existencia había cerrado aquel camino. Aquellas posibilidades perdidas ya en el mundo de lo imposible quedaron escritas en el rinconcito que Melinda tenía reservado para los recuerdos en su corazón. Y mientras los pasos de uno se alejaban inexorablemente de los del otro dirigiéndose en direcciones opuestas el corazón de Melinda, por primera vez en mucho tiempo, no sangró, no dolió, no lloró. Simplemente quiso avanzar sin volver la vista atrás. Y le odió, odió a Bucebel por seguir poniendo límites en su vida incluso estando fuera de ella. Si, aquello era prohibido y Judas se arrepintió después de entregar a su maestro por unas monedas, pero Bucebel, ella lo sabía, podría haber sido capaz de traicionar sin remordimientos, llenando el aire de mentiras torpes y seleccionando la realidad según su propia conveniencia. Mientras tanto ellos, que se habían cruzado precisamente en ese momento, vete tú a saber por qué, se sentían obligados por sus convicciones morales a negar incluso la posibilidad de descubrir qué era aquello. Y a Melinda se le escapó entonces una lágrima, pero no de tristeza, sino porque sus ojos habían sido heridos por el primer rayo de sol.

viernes, 13 de mayo de 2011

SIN TI NO ENTIENDO EL DESPERTAR

Melinda y su novio acaban de romper. 


Melinda estaba sentada en el jardín, mirando hacia el cielo profundamente azul mientras el sol le templaba la piel. De fondo, en el interior de la casa, sonaba canción tras canción. Y la imaginación de Melinda volaba siguiendo el ritmo que le marcaban las melodías. Todas contaban su historia, y Melinda cerró los ojos y contuvo las lágrimas al ver que en su historia, al igual que en todas esas canciones, no había final feliz.

"Como un regalo llegaste a mi y sin abrirlo si quiera te perdí... La voz desnuda de la vida me cambió todo por nada, y no tengo nada sólo una lágrima en mis ojos que te buscan y tú ya no estás... Todo te entregué y quizás por eso te perdí... Tanto esperé lo que nunca llegó que me pregunto en silencio si es que algo faltó... Fui como un niño cuando da su amor, que sólo espera cariño, nunca un adiós... Se van los días y en las noches no hay calor", y Melinda supo perfectamente qué quería decir con esas palabras. (http://www.youtube.com/watch?v=SAztdjav48s)


Melinda dejó que la brisa le acariciara el rostro. Una caricia fría... pero caricia al menos. Y siguió oyendo lo que las canciones le revelaban... "Si yo no lo merezco no me hagas destino, si no me acompañas yo me hago el camino... Al menos si pierdo lo diré bajito... Si tengo mi universo es porque lo necesito, todos somos héroes en busca de auxilio... 
Hablamos sin miedo a herirnos, lo diré bajito... Sé que a ti te daba igual perderme pero a mi no, a mi no me da igual, yo tengo un corazón que quiere hundir mi cuerpo en los mares de ilusión, no quiere estar atado, quiere estallar en huracanes de pasión... ¿qué has hecho contigo?... No quiero echar de menos los mares de ilusión, no quiero amarrarme a un puerto donde ya no estallan huracanes de pasión... Mírame... Lo diré bajito..." (http://www.youtube.com/watch?v=BLjdE21F3MM) Las palabras parecían atravesarla como dagas afiladas, y todas las puñaladas iban a parar al corazón. Arañaba, dolía, era un escalofrío, quemaba... Frase tras frase le costaba más evitar que sus ojos se derramaran. 

"Déjame esta noche soñar contigo... Déjame imaginarme en tus labios los míos... Déjame que me crea que te vuelvo loco... Déjame que mis manos rocen las tuyas... Déjame que te tome por la cintura... Déjame que te espere aunque no vuelvas... Déjame que te deje tenerme pena... Si algún día diera con la manera de hacerte mío sólo yo te amaría como si fuera siempre ese día... 
Qué bonito sería jugarse la vida, probar tu veneno... Que mi piel sea el forro de tu vestido... Déjame que te coma sólo con los ojos, con lo que me provocas yo me conformo... Déjame esta noche soñar contigo..." (http://www.youtube.com/watch?v=2wSxo1ztlEI)
Y Melinda sentía ganas de abrazarse a la canción por ser la única que la comprendiera. 

El sol se estaba apagando y la temperatura comenzó a descender. Con los ojos cerrados, Melinda se sumergió en una especie de duerme-vela en la que la palabra de cada canción tomaba forma en imágenes que fabricaban hilo a hilo una venda para cubrir el dolor y crear un suspiro que dejara brotar lágrimas, pero no aquellas que se esforzaba por contener, sino las que estaban ya tan lejanas, aquellas que salían en descontrolado derroche de felicidad. Y la brisa, que le pareció gélida, le erizó la piel.

"La vida y la muerte bordada en la boca... En donde el palmo lloró cantando... Y quien calla otorga como dice el dicho... Quien fuese abrigo pa andar contigo... Buscando el olvido se dio a la bebida... 
Se leyó enterito a don Marcial Lafuente pa no ir tras sus pasos como un penitente... Y entre palma  y palma, ella fue palmando... Y entre cantares, por soleares... Pésames y flores y dos lágrimitas que soltó el muchacho al cerrar la cajita... Ay, mi amor, sin ti no entiendo el despertar... Ay, amor, sin ti mi cama es ancha... Ay, amor, que me desvela la verdad, entre tú y yo la soledad y un manojito de escarcha..." (http://www.youtube.com/watch?v=1dpOM7IkM2o) Y cuando la canción se alejaba un sonido tímido apareció de repente. Aquel sonido metálico golpeando su puerta hizo levantarse a Melinda y, como un autómata se dirigió hacia el sonido. Con pulso firme y mente ignorante giró el pomo y sonó el clic. La puerta verde se fue abriendo como un telón que poco a poco dejaba a la vista aquel cuadro inesperado. 
Y mientras los ojos de Melinda y de su amado se fundían durante eternos segundos en una conversación silenciosa por fin las lágrimas brotaron de sus ojos hirviendo en una llama de sentimientos contenidos, asfixiantes, dejándolos ya escapar sin control en ese llanto que era como un desgarro del alma. Él hizo una tímida negativa con la cabeza y con un dedo tímido le enjugó las lágrimas, acabando el gesto con una caricia aterciopelada justo en la barbilla, y luego, repentinamente, la agarró por los brazos en un impulso apasionado y ella, que ya se había abandonado sin fuerzas, se dejó caer en aquel abrazo ahogando un suspiro de calma, y sin dejar de abrazarse sus labios se tocaron con miedo, como si fuera aquella la primera vez, y todas las canciones se borraron y desaparecieron en la oscuridad del pasado. Únicamente una sobrevivió... y su letra se repitió en eco... Melinda abrió los ojos, sobresaltada.Y no hubo golpes en la puerta, ni una mirada rogando perdón, ni un abrazo de consuelo, ni un beso de reconciliación. "Ay, mi amor, sin ti no entiendo el despertar..."

¿QUIÉN ES MELINDA?

Hoy, 13 de Mayo de 2011, nace Melinda, un personaje ficticio. En este blog contaremos sus vivencias.

Melinda abrió los ojos y sólo vio oscuridad. Se levantó y retiró las cortinas para dejar entrar el sol. El día era claro, luminoso y ventoso. Miró a lo lejos, cerca de la línea del horizonte: "hoy debe ocurrir, hoy tengo que abrir las puertas al mundo y empezar a vivir". Tenía que olvidar la falsedad y la hipocresía que la rodeaban, tenía que dejar de esperar encontrar personas profundas más allá de ella misma, tenía que disfrutar la superficialidad sin esperar más. Si alguna vez se encontraba a alguien que mereciera conocer su interior, se lo iría regalando en cajitas pequeñas.

En el colegio había sido una de esas niñas adoradas por los profesores y de las que se burlan sus compañeros. En el primer año de instituto la situación no se modificó en demasía. Pero un día ocurrió algo que la hizo despertar y se juró a ella misma que nunca jamás volvería a permitir que se rieran de ella, que sería quien era y no se avergonzaría de serlo, y no sólo eso, sino que conseguiría que lo que los demás vieran en ella les gustara. Y hoy, en este día claro, luminoso y ventoso lo recordaba y se veía a sí misma como un producto manufacturado, se había creado a sí misma y ahora su persona era exactamente como ella quería que fuera. No cambiaría su interior por nada, y sin embargo no podía decir que su vida era plena. El mundo estaba demasiado lejos, o ella demasiado dentro de sí. Veía todo cambiar a su alrededor y ella, día tras día, era la misma persona reflejada en el espejo que vivía todos los días la misma vida sin lograr cambios.

Pero hoy sería el día en que todo empezaría a cambiar. Iba a encontrar el camino que la llevase a alcanzar su destino, el que ella había elegido. Sintió un escalofrío... Era la incertidumbre. ¿Sería realmente capaz de conseguir que todo fuese cambiando poco a poco? Melinda se giró y se miró en el espejo. Se lanzó a sí misma una sonrisa. "Adelante, Melinda, si no lo consigues por lo menos habrás luchado". Y con ese pensamiento salió del dormitorio y fue a lavarse la cara.